El Blog de Pablo Fernando Sanchez

Esta es mi bitácora personal, en la cual trato, sin limitarme a ello, sobre ingeniería de software, ingeniería de sistemas, gestión estratégica, modelado de procesos, metodología, aseguramiento de la calidad, gestión del conocimiento y todos esos asuntos que hacen, desde la gerencia y la técnica, a las empresas que asesoro.

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Darle un nombre a un producto software no es una trivialidad. Por el contrario, es una de las primeras y más importantes decisiones económicas que se tomarán para dicho producto. Cometer un error en tal momento puede ser peligroso para su difusión, comercialización, establecimiento y duración.

Las sugerencias que suelen hacer los expertos en la materia —imagen marca y mercadeo— pasan por establecer como estrategia al pensar en la usabilidad antes de darle un nombre a un producto, servicio o empresa, y así asegurarse los beneficios de tener un nombre usable y relacionado con la capacidad de satisfacción que el mismo pueda tener. Entonces, este «nombre usable» debería contemplar los siguientes «deberes» —valga la redundancia—:

  • Debe ser de fácil escritura.
  • Debe transmitirse de manera oral fácilmente.
  • Debe ser fácil de distinguir entre otros similares.
  • Debe indicar características del producto o servicio.
  • Debe ser fácil de recordar.
  • Debe ser corto.
  • Debe estar en el idioma de la audiencia y, si la audiencia es internacional, debe ser fácilmente pronunciable.

Más allá de ello, recuerdo haber leído algo de la renombrada firma de consultoría en marcas Lexicon, quienes son responsable de nombres tales como Pentium, Celeron, PowerBook, HP DeskJet, HP Pavilion, PalmOne, Zire, Tungsten, JavaOne y Adobe InDesign, entre otros, sugiriendo una interesante extensión integrada por cinco pautas invaluables de gran alcance:
  1. ¿Hace tu nombre romper las reglas? En un ambiente saturado de empresas, productos, servicios y comercialización, se suelen perder los nombres. Éstos apenas caben entre tantos otros y es muy fácil no prestarles atención. Tu nombre debe estar situado en una posición de privilegio, aparte de la competencia, como si estuviera «fuera de consurso». Por ejemplo, en la industria de las tecnologías de la información estamos plagados de nombres de productos compuestos por siglas; seguir fomentando este vicio no nos va a llevar a ningún lado pues, entre otras cosas, un nombre de este tipo puede generar confusión —en particular, tomando en cuenta que hay tanta cosa similar pululando por el mercado.
  2. ¿Crea tu nombre envidia entre tus competidores? Una marca registrada es algo que nunca pueden quitarte, así que debe ser poderosa para que cause un dolor de cabeza cada vez que la vean. Cuanto mejor sea el nombre, más desearán robarlo de tí.
  3. ¿El nombre hace una promesa o cuenta una historia? Los grandes nombres son como los pequeños poemas: cada letra, cada unidad de la palabra y sonido deben trabajar juntos para entregar mensajes estratégicos. El nombre correcto puede ser la piedra angular de una relación duradera con el cliente. Es un arma de mercadeo extremadamente poderosa.
  4. ¿Es el nombre descriptivo, o sugiere una característica o una ventaja? Los grandes nombres sugieren una ventaja que obliga a tus prospectos pensar que lo necesitarán durante la próxima década o más. No hay confusión sobre lo que ofreces.
  5. ¿El nombre hace que te sientas un poco incómodo? Los grandes nombres provocan a la gente, atraen la atención, toman oportunidades. Apenas caben en el común de la gente. Un nombre acertado es clave para el éxito de tu negocio, producto y/o servicio. Busca uno que de verdad haga doler la cabeza y prepárate para ser el preferido.

Por supuesto, al margen de estos asuntos, no deberíamos olvidar revisar la disponibilidad del dominio correspondiente en Internet. Incluso, es una buena medida evaluar similitudes.

Tampoco debemos olvidar que, aún creando un nombre sorprendentemente bueno, tenemos que apoyar la imagen marca con nuestro desempeño. De nada sirve un buen nombre si nuestro producto software o servicio no es consecuentemente bueno. El nombre no es magia —al menos no una tan poderosa como para revertir desastres en la calidad del software. Por ejemplo, algo básico: si tenemos un grupo de consultoría que hace las implantaciones de nuestros productos en los clientes en otras ciudades, debemos cuidar que estén alojados en uno de los mejores lugares disponibles pues, de lo contrario, estamos afectando MUY negativamente la imagen marca de nuestro producto software y de nuestra empresa, lo cual es mucho más costoso que el dinero que podríamos llegar a «ahorrar»...

Y, por último, sugiero la referencia a este artículo de Eduardo Manchón en su blog y a este otro —me resultó gracioso eso de una «marca superpoderosa».

2 comentarios

  1. Marcos Meli  

    Sencillamente impresionante como siempre Pablo !!

    Un articulo espectacular, no se encuentra mucha info de este nivel en internet.

    Siga asi Maestro !!

    Marcos Meli
    http://www.filehelpers.com

  2. Unknown  

    Marcos: ¡Muchas gracias! Espero poder mantener lo que me fijé como estándar, aunque esta semana fue complicado pues mis labores como consultor no me dejaron tiempo para escribir tanto como hubiera querido. Nuevamente, muchas gracias por el mensaje de aliento.

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